Libros vs. Internet: el debate

Estas son algunas de las opiniones de nuestros alumnos de 4to año. No dejes de sumarte al debate con tus comentarios al final de esta página.

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Internet, ¿el malo de la película?

La llegada de Internet a nuestras vidas ha provocado, entre otras modificaciones, notables cambios tanto en la forma de acceder a la información como en los modos de relacionarnos con nuestros pares.

Quienes atacan este medio de comunicación argumentan que se ha perdido el contacto “cara a cara” y que los chicos pasan más tiempo frente a la computadora en vez de estudiar, juntarse con amigos o practicar algún deporte.

Respecto al punto anterior, se puede decir que no hay nada más alejado de la realidad. Internet no solo incentiva la lectura sino que ejercita otras habilidades y destrezas tan importantes como la lectura misma.

Una encuesta, recientemente realizada por el Ministerio de Educación de la Nación, demuestra que los jóvenes usan la computadora para chatear, hacer la tarea, visitar distintos sitios webs, buscar información y estudiar. Todas estas actividades requieren de la lectura y la escritura; por este motivo es común escuchar que los chicos de hoy han cambiado sus formas de leer.

Acaso, ¿no hay que leer para seleccionar qué leer? Contar con los diarios de todo el mundo, diversos libros y artículos de historia, geografía u otras ramas del conocimiento eran posibilidades con las que antes no se contaba. Por esto, se puede decir que Internet, lejos de distanciar a los jóvenes de la lectura, los ha acercado a esta milenaria actividad. Es tanta la información que existe en la Web, que los obliga a leer y seleccionar lo más relevante, poniendo así también en juego sus capacidades de selección, interpretación y entendimiento.

Como argumenta el distinguido escritor italiano, crítico literario y experto en semiótica, Umberto Eco: “Internet es la vuelta de Gutenberg. Es una civilización alfabética. Escribirán mal, leerán deprisa, pero si no saben el abecedario se quedan fuera. Los padres de hoy veían la televisión, no leían, pero sus hijos tienen que leer en internet, y rápidamente. Es un fenómeno nuevo”¹.
Lo mismo sucede con el chat. Se sabe que escribir no es lo mismo que hablar; sin embargo, los jóvenes escriben en un idioma propio, coloquial, e incluso utilizando palabras cuyos significados solo ellos conocen. Si un adulto “se animara” a leer una de estas conversaciones entendería poco y nada.
Para concluir, podemos decir que las tecnologías abren puertas a la lectura, pero son los individuos los que deben realizar un buen uso de Internet y las redes sociales, sabiendo que ese mundo de información y conocimiento requiere de lectores entrenados y críticos a la hora de elegir qué leer. Sin embargo, sea a través de un libro o de la Web, lo importante es leer, para encontrar en la lectura la libertad de ser uno mismo, como dijo Santa Teresa de Jesús: “Si lees conducirás, no leas y serás conducido”.

Juan Cruz Cerezo – 4^to C

Junio 2012

1En ‘El País’ (sábado 22-I-11, suplemento Babelia, págs. 14-16)

La lectura y la imaginación van de la mano

El hombre parece haber olvidado que existe un tesoro mayor aún que la gran variedad de medios de comunicación y la velocidad con la que éstos evolucionan. Ese tesoro que desde pequeños descubrimos y disfrutamos es la imaginación. Ese lápiz con el cual el ser humano escribe sus mejores aventuras, sus más preciados sueños, con el que construye un mundo íntimo, propio y nuevo. Ahora, ¿cómo estimulamos nuestra imaginación?

No caben dudas de que la lectura de ficción o de textos literarios se relaciona directamente con la fantasía, con el ensueño y la ilusión que crecen con cada línea de los libros leídos. Sin embargo, la literatura ha entrado en “guerra” con los medios de comunicación, tales como la televisión, la computadora y el celular, entre otros. En este contexto, las personas le dedican más tiempo a los contenidos audiovisuales que al libro.

Para muchos detractores, el lenguaje de la imagen coincidió con una degradación cultural e imaginativa. Pero, para quienes le dan un voto a favor a los medios, las formas de leer cambiaron y sostienen que el uso de la computadora requiere de la lectura y la escritura. Umberto Eco, escritor y filósofo italiano, afirma: “No creo que el lenguaje se empobrezca, ¡cambia!”. Por lo tanto, estamos frente a nuevas formas de la lengua, de hábitos, de lectura, de costumbres y de soportes. En este contexto, es particularmente adecuada la pregunta que el investigador argentino, Néstor García Canclini, se hace al respecto: “¿Realmente los jóvenes leen menos o están leyendo en otros lugares, de otra manera y con fines distintos?¹”.

Según una encuesta realizada en 2006 por el Ministerio de Educación de la Nación, los chicos suelen buscar los libros que han visto previamente en la televisión o en el cine. Las posibles causas de este fenómeno se basan en que los adolescentes y los niños se motivan más con el lenguaje audiovisual que con el escrito. Parece ser que no es solo una cuestión de soporte, sino también de lenguajes diferenciados entre adolescentes y adultos.

Evidentemente, el hábito de la lectura se mantiene y los lenguajes motivan de diferentes formas, pero leer un libro alimenta más la imaginación que leer utilizando estos medios de comunicación cotidianos. Sin embargo, no debería imponerse la lectura como una obligación, tal como lo refleja Ana María Shua al sostener que la lectura se vive como un vicio, como un placer: “A los seis años alguien me puso en las manos un libro con un caballo en la tapa. Esa misma noche yo fui ese caballo. Después descubrí que podía ser un pirata, y la ciudad de Maracaibo, y ser hombre, manatí, horror o piedra. Lo que acababa de empezar en mi vida no era un hábito: era una adicción, una pasión, una locura”². Pero, no es cuestión de leer una vez en la vida, sino que hay que ejercitar la imaginación a diario y compenetrarse con la historia, entendiendo lo que se está leyendo. Sólo cuando nos metamos en las bellas historias sabremos que estamos imaginando, soñando, sintiendo, volando.

Esto nos lleva a pensar que hay que tomarse un tiempo para leer e imaginar y salir un poco de ese mundo virtual que, si bien nos brinda más de un beneficio, no es lo mismo que la sensación que nos produce tocar el papel de “este” o “aquel” libro que nos abre la puerta a un mundo de aventuras y de conocimiento.

Juan Pablo Mirolo – 4^to C

Junio 2012

1Néstor García Canclini: Leer ya no es lo que era. Publicado en Goldin, Daniel, editor: Encuesta nacional de lectura. Informes y evaluaciones, Conaculta, México, 2006. Extraído de: http://nestorgarciacanclini.net/industrias-y-politicas-culturales/85-fragmento-qleer-ya-no-es-lo-que-eraq

2Página oficial en: www.anamariashua.com.ar