ALGO MÁS QUE
“CUENTITOS”
En todos los primeros
años de nivel medio, leímos una selección de cuentos tradicionales, atendiendo
especialmente a la variedad de fuentes. Éstos derivan de relatos populares anónimos que se
pasaban de boca en boca, y de generación en generación entre el campesinado,
que reunía tanto a adultos como a niños.
Para la cultura occidental,
la literatura infantil nace cuando los relatos orales del folklore medieval
europeo son fijados por la escritura, a partir del siglo XVI, gracias a la obra
de los recopiladores como Perrault, los
Hnos.Grimm, y más cerca en el tiempo, Calvino. Pero también abordamos los
cuentos de otras culturas lejanas con Afanasiev, Whilhem,
Las mil y una noches, Los cuentos de Sendebar…
El género sufrió algunas transformaciones: las primeras versiones
conservan
la crudeza que era
propia de los textos folklóricos orales, donde
temas
recurrentes como los abandonos,
el
maltrato de niños,
los asesinatos, etc.
estaban siempre presentes, como por ej. en los
de Afanasiev. Esta morbosidad
de las historias que tanto nos impacta, resulta entendible para nosotros hoy en día, teniendo en cuenta el contexto social de la
época en que emergieron los relatos.
Durante el siglo XIX comienza a aparecer
un concepto de infancia más similar al
actual, y los cuentos tradicionales infantiles pasan a ser considerados como
literatura dirigida especialmente a los niños, eliminando los contenidos
violentos y sexuales, o suavizándolos, y quedaron sólo historias aptas para
educar a los niños en los valores de
esta nueva sociedad. Entonces con la introducción de cazadores bondadosos,
princesas bellísimas y hadas encantadoras, se da lugar a un mundo más seguro y
predecible. También se instala el final feliz como regla de oro.
Finalmente, los cuentos tradicionales llegan a nosotros, con reelaboraciones
cinematográficas, literarias y de la
cultura de masas, muchas veces escondidos en otras tramas. En ellas emerge un sentido
didáctico nuevo alrededor de cuestiones como la conservación de la naturaleza y
el respeto a las diferencias físicas y culturales, como la última versión de
“La princesa y el sapo”.
Los cuentos infantiles han evolucionado por que nuestra cultura ha
cambiado y el propio concepto de
infancia ha ido variando en función del contexto histórico. De este modo, este material narrativo que se inicia en
la tradición oral, pasa por la difusión literaria y se recicla en la cultura
audiovisual, renace y se resignifica una
y otra vez…
Francesca Amaro, 1º A
¿Y con el
subgénero cómo andamos?
Para no confundir mágicos con realistas…
“El Milagro del Santo lloque”
Aunque en el título de este
relato tradicional haya palabras que nos distraigan y nos hagan creer que es
maravilloso… resulta un cuento realista. Veamos por qué…
Luego de leer la selección de cuentos
tradicionales del cuadernillo, comprobamos que algunos relatos pertenecían al
subgénero mágico o maravilloso, y otros al subgénero realista (parecido a lo real).
Ambos son ficticios o inventados, es decir,
producto de la imaginación del autor (aún cuando éste sea colectivo o anónimo),
y por eso son literarios. En ambos un héroe debe superar pruebas, y presentan
elementos típicos como la repetición del número tres. Además, en relación con
lugar y momento (espacio y tiempo) en que ocurren los hechos, son
indeterminados o imprecisos, y por eso el uso de fórmulas fijas tales como: para
el inicio, “había una vez”, “hace mucho
tiempo” y para el final “y colorín colorado este cuento se ha acabado” o ”vivieron
felices y comieron perdices”, entre las más conocidas.
Pero es decisivo determinar si en el
relato ocurren hechos
sobrenaturales, o sea, que rompen las leyes propias de la
naturaleza, como por ejemplo: animales que hablan, personas que vuelan, etc.
Otro elemento importante es
reconocer el tipo
de personajes que realizan las acciones tales como duendes, elfos,
hadas, ogros, animales que hablan… y por supuesto, también princesas y caballeros.
Para
no tener ninguna duda, observamos si hay un objeto mágico, cuyo poder ayuda
al héroe a cumplir su tarea.
Y por último, aunque el lugar y momento
en que ocurren esos hechos, son indeterminados, en los cuentos mágicos o
maravillosos, el castillo o el bosque pueden estar encantados, o debajo del
mar, o en una montaña de cristal… y los encantamientos suelen ocurrir a la medianoche.
Para comprobar si les sirvió esta diferenciación,
pueden leer “El Milagro del Santo lloque”, un cuento peruano recopilado por
Milagros Palma, y comprobar lo que afirmamos al principio (buscar en la pestaña a la derecha).
Julieta Benedetti y
Valentina Busso 1º A
Excelente trabajo Francesca, te felicito
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